Isidre Esteve volverá al Dakar la próxima edición del rally. El piloto español, postrado en una silla de ruedas desde hace 10 años, no corría el Dakar desde 2009, tuvo la ocasión de participar por primera —y única— vez en la categoría de coches, pero las cosas no salieron como deseaba. Ahora, la vida le brinda una nueva oportunidad de hacer lo que más le gusta, regresando con más fuerza y con la ayuda de un cojín inteligente.
¿Por qué el Dakar 2017?
Hay varios factores que lo han motivado. Mi última participación, en coches, fue en 2009, y era la primera vez que se hacía en América. La carrera fue muy complicada, con etapas kilométricas que no acababan nunca. Aunque yo conseguí terminar ese Dakar, me hice daño en la piel, con dos úlceras por presión en los glúteos que me obligaron a estar convaleciente durante un año y medio. Pensé que, quizá, el Dakar no era una carrera para mí y no volvería a entrar en mis planes. Pero el presidente de KH7 (uno de sus patrocinadores) me reunió un día de 2011 y me propuso volver.
Y el proyecto del Cojín Inteligente tiene mucho que ver…
Sí. Yo necesito lo que llamamos un cojín inteligente —todas las personas en silla de ruedas que pilotamos un coche necesitamos un cojín con aire para minimizar el daño que sufre la piel al estar tanto tiempo en la postura—. Eso no existía por aquellas y en 2012 nos propusimos trabajar en este proyecto. Este cojín me permite volver a competir con garantías. Hemos tardado tantos años porque yo quería tener claro que funciona y con el que podré volver a competir con garantías.
¿Qué le pide a este Dakar?
Ser competitivos, llegar hasta el final y pasarlo bien, porque duro sé que va a ser (risas). Es una prueba muy dura, con contrastes de temperatura muy fuertes.
¿Se marca un objetivo?
En el Dakar hay varios niveles. Un primer nivel es el de los pilotos oficiales con coches oficiales, como Peugeot donde está Carlos Sainz o el Toyota donde está Nani Roma. Nosotros no pertenecemos a ese grupo. Lo hacemos a un segundo grupo, que son coches con estructuras fiables y competitivos que, si no hay contratiempos, pueden hacer buenas carreras cada día. Ese grupo están entre el puesto 35 y el 45.
¿Algún temor?
No, hay respeto a la carrera y todo lo que conlleva la competición. La carrera nunca para y si te bajas en un sitio ya no te enganchas y vas fuera.
¿Ha cambiado mucho el Dakar en estos ocho años de ausencia?
Sí, ha habido cambios importantes. Pese a ello, sigue siendo una gran competición. Cambios de escenario, por ejemplo. Por ejemplo, ha sustituido las dunas de Atacama y Perú por la altura de Bolivia.
Echando la vista atrás, ¿con qué se queda?
Me quedo con haber podido disputar el Dakar durante diez años en África. Era totalmente diferente, pude descubrir un continente que, por motivos de seguridad, de normal no se puede.
Dejando a un lado el deporte, ¿qué le pide a la vida?
Ser feliz (risas). Siéndolo, a veces es suficiente. Siempre habrá dificultades, pero hay que superarlas.
¿Después del accidente disfruta la vida de forma diferente?
No sé cómo sería mi vida si no hubiese tenido el accidente, pero ahora estoy bien. Fue un momento muy duro y cambiaron muchas cosas, pero continúo haciendo lo que me gusta, con proyectos, amigos… Y no hay que olvidarse que lo mejor está por venir.
¿Se siente un ejemplo a seguir? ¡Para nada! Yo hago las cosas como las siento e intento trasladarlas. Si esto a la gente les sirve como espejo o les motiva, fenómeno, pero no voy por la vida como ejemplo de nada, me sale natural.
Pero es muy optimista. ¿De siempre?
Sí, esto viene de fábrica (risas). Soy un tío optimista que piensa que la vida es un regalo y que hay que disfrutarla. Hay momentos duros, pero todo el mundo los tiene. Estamos aquí para disfrutar de esto; si no, ¿qué sentido tendría?
Y multidisciplinar. ¿Con qué faceta se queda?
Es verdad que en los últimos nueve años hemos hecho muchas cosas, quizá demasiadas (risas). No sé con qué me quedaría, disfruto con todo.
¿Algún plan en mente además del Dakar?
No hago planes a largo plazo. Estoy muy centrado en la carrera y cuando termine y regrese, ya veré.
¿Cómo se imagina el resto de su vida?
Prefiero no hacerlo. Y si alguna vez lo hago, me gusta pensar que lo mejor está por venir. Respecto a mi situación, a mi lesión, soy consciente de que hay mucha gente trabajando para que tenga un futuro mejor. La ciencia avanza y esos avances llegan para, a veces, mejorar nuestra calidad de vida. Pero no pienso de aquí a cinco años; lo que quiero, lo quiero ahora.
Fuente: www.20minutos.es