Parecía una tarea imposible, pero después de cinco años el planeta se encontró en el corazón de París para celebrar el renacimiento de esta catedral que es símbolo de Francia, luego del devastador incendio del 15 de abril de 2019. “Es un rayo de esperanza”, dijo el presidente Macron durante la ceremonia, haciendo alusión al convulsionado contexto europeo actual. Más de 40 líderes mundiales acudieron al evento, para quienes el viaje a la capital francesa fue también una oportunidad para un encuentro bilateral. Entre ellos, el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump; y el líder ucraniano Volodymyr Zelensky.
La ceremonia, a la que asistieron 2.500 personas, comenzó con el tañido solemne de “Emmanuel”, la campana más importante de Notre-Dame así bautizada desde la época de Luis XIV. Fue entonces, cuando el arzobispo de París, Laurent Ulrich, empezó a golpear con su bastón pastoral -hecho de un trozo de madera que sobrevivió al incendio. Así, las puertas de la joya gótica rica, con 800 años de historia, Notre-Dame, declaró solemnemente su reapertura y los altos prelados ingresaron a la catedral. Allí ya estaban esperándolos los líderes mundiales.
Empezando por Trump, en primera fila entre Macron y su esposa Brigitte, muy cerca del expresidente francés Nicolas Sarkozy y Carla Bruni, mientras Mattarella (presidente de Italia), acompañado de su hija Laura, estaba sentado junto a Zelensky. No muy lejos, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. Entre los presentes, también Elon Musk, el multimillonario estadounidense y miembro de la futura administración Trump que en los últimos días ha suscitado polémica en Francia por haber revelado en su red social X imágenes previas del interior de la restaurada Notre-Dame, incluso antes que Macron haya visitado la obra por última vez, el 29 de noviembre.
“Hemos redescubierto lo que las grandes naciones pueden hacer: lograr lo imposible”. Así saludó el presidente francés al selecto público del Notre-Dame. Uno de los momentos más candente de la celebración fue cuando Zelensky entró a la catedral, en medio de una ovación de los aproximadamente 2.500 presentes. Además, el aplauso se mantuvo durante cinco minutos cuando se presentó a los 160 bomberos que pusieron en riesgo sus vidas para salvar el edificio del incendio.
En una Francia más desgastada que nunca por las divisiones políticas y en busca de un nuevo gobierno tras el voto de censura contra el primer ministro Michel Barnier, Macron también rindió homenaje a los miles de trabajadores que contribuyeron, con espíritu de unidad, a este “éxito colectivo”. La reapertura de Notre-Dame fue posible mediante generosas donaciones de todo el mundo, que alcanzaron la suma de 844 millones de euros. En este contexto, Macron invocó a la “hermandad universal”, en estos momentos tan difíciles para el planeta.
A esto siguió la revelación de la recuperación del antiguo órgano de Notre-Dame, que dio acordes a algunas canciones entre ellas, el Magnificat. El acto terminó con la bendición y las canciones del Te Deum. Al final de la ceremonia a orillas del Sena, Macron recibió a los líderes mundiales en una cena de gala en el Elíseo. La velada continuó hasta bien entrada la noche, con numerosos artistas internacionales celebrando la resurrección de uno de los edificios simbólicos de Europa, en Ile de la Cité, sobre el río Sena, en el corazón de París.