REUTERS | Desafiando los esfuerzos de cuatro gobiernos que buscan impedir su avance, incluido Estados Unidos, miles de hondureños se levantaron al amanecer del domingo a las orillas de un río entre Guatemala y México para continuar su marcha hacia el norte.
Pero a pesar de que la caravana que busca llegar a Estados Unidos se adentró más en territorio mexicano, policías locales con equipo antidisturbios se desplegaron en los cruces de las carreteras, mientras un helicóptero militar daba vueltas, lo que llevó a muchos migrantes a preguntarse si autoridades realizarían arrestos en masa o o los harían retroceder.
Los migrantes plantean un duro reto ante la promesa hecha el viernes por el presidente mexicano Enrique Peña Nieto de detener los planes de los viajeros sin documentación para avanzar hacia la frontera de Estados Unidos.
Los presidentes de Guatemala y Honduras se reunieron el sábado y dijeron que estaban “trabajando para dar un retorno pacífico y seguro” a algunos de los migrantes que partieron de San Pedro Sula, Honduras, exactamente hace una semana y se multiplicaron a medida que atravesaban territorio guatemalteco.
Algunos miembros de la masiva caravana, manchados de barro, parecían decididos a seguir moviéndose el domingo.
“Vamos a pasar, vamos a continuar si no nos detienen”, dijo el hondureño Jaffe Borjas, de 17 años, mientras marchaba junto a un amigo de la infancia al frente de la fila gigante que se extendía por la carretera hacia el horizonte.
La multitud de migrantes obstruyó la carretera que va hacia el norte desde la ciudad fronteriza de Ciudad Hidalgo, y muchos de ellos empezaron a cantar.
“Aquí estamos y no nos vamos y, si nos echan, nos regresamos!”, gritó al unísono una gran multitud que marchaba bajo el intenso resplandor del sol de la mañana. “¡No somos criminales, somos trabajadores!”.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha amenazado con detener la ayuda a Honduras y Guatemala, y potencialmente con cerrar la frontera de Estados Unidos con México con la ayuda de militares, si no es frenada la caravana.
Durante las dos noches que han acampado usando mochilas como almohadas y en carpas improvisadas hechas con bolsas de basura en un largo puente que une a Guatemala y México, muchos de los viajeros dijeron que habían huido de una tóxica mezcla de violencia, pobreza y corrupción endémica, y que no volverían.
Los miembros de la caravana que permanecieron en territorio mexicano, y que muchos observadores en la frontera han calificado como cifras “sin precedentes” o de “un éxodo”, serían millares pese a los números dados por el Gobierno mexicano.
México informó la noche del sábado que “casi 900 migrantes” habían llegado por cruces no formales, mientras que 640 habían sido procesados luego de que se les permitiera entrar al país a través del cruce internacional de la frontera en el río Suchiate, que divide a Guatemala de México.
Según los funcionarios locales y los organizadores de los migrantes, la lentitud del proceso legal obligó a varios miles de personas a cruzar ilegalmente el río en balsa o nadando.